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Aida González Rossi (ES)
VERTAALD DOOR

Sanne van den Bosch (NL)
Aida González Rossi - 4 - Dingen die je nerveus maken
09 November 2025
Las cosas que dan nervios
Escribir deprisa da nervios. Conocer gente da nervios. Hablar en público da nervios. Hablar en público en inglés da unos nervios que te cagas. Estar en ciudades nuevas da nervios. Ser escritora da nervios. Ser adulta da nervios.
A veces pienso en los nervios como una especie de energía que va recorriendo todos los cuerpos sin que nadie lo reconozca. Si fuera visible, sería, no sé, como una chispa que se pega, como un chicle que se empegosta en las pieles ajenas cuando las tocas para decir hola qué tal y ellas te responden bien y tú y de pronto no están bien porque sienten la acometida de esa sensación. Tan personal la sensación, tan de todes, tan me la trago, silencio, vergüenza, quita, no me mires.
La vergüenza es muy curiosa. Es horrible, a veces siento que podría provocarme fiebre. Y también es política. Lo que la vergüenza nos dice es que le fallamos a ese sujeto sagrado que deberíamos ser y nunca somos. Que no damos para tanto, que somos insuficientes, que a veces, estando en casa o incluso en la calle, de pronto se nos salen los mocos de la nariz y tenemos que sacar rápido rápido un pañuelo para que nadie se entere y cómo vamos a ser personas serias entonces. Quizá la vergüenza tiene que ver con tener cuerpo, con ser cuerpos, y con el hecho de que ser cuerpos implica ser imperfectos y no llegar a todo, no poder ser ideas que flotan por ahí sino estar sujetes, también, a una vulnerabilidad caótica y hermosa.
Ayer, Irene Solá decía que lo que más le interesa al escribir es la perspectiva. Dos personas pueden vivir lo mismo y contarlo de forma distinta. Distinta experiencia y también distinto lenguaje. Eso también nos lo da el cuerpo. Sus corrientes eléctricas tan molestas. Gracias a eso, la vida es interesantísima, divertidísima, podemos conversar durante horas y horas, amarnos, conocernos, caernos bien o mal, y a veces los nervios los nervios cochinos nos lo quieren robar.
La vergüenza nace de una necesidad de uniformidad que uf. Atravesarla es humanizarnos. No me gustan las cosas solemnes. No me gustan los espacios solemnes. De los eventos literarios, mis momentos favoritos suelen ser esos en los que se abre alguna grietita en las fachadas de todes: una broma salida de tono o un estornudo muy fuerte o de pronto una confesión, estoy nerviosa, nerviosa nerviosa nerviosa, nerviosa, más nerviosa que una mierda, nerviosa nerviosa AH.
Es como: la vergüenza es lo que nos aleja de ser nosotres mismes, lo que nos empuja a rechazarnos. Pero confesar la vergüenza públicamente, junto a les demás, nos acerca a nosotres y a elles incluso más que si no sintiéramos vergüenza. No sé.
Ayer, en la carpa del festival, Irene Solá y su traductor, Adri Boon, leyeron fragmentos de Te di ojos y miraste las tinieblas, y de pronto me conmovió estar entre tantos cuerpos desconocidos escuchando, leyendo, lo mismo. Si a alguien se le hubiera salido un moco en ese momento, ni siquiera le habría acercado un pañuelo. Le habría dicho: estás a salvo. No pasa nada. Estamos tranquiles aquí. Pasando la vida. Coincidimos. Puedes ser tú sin problema.























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